Sant Joan acoge la presentación de un libro sobre las boticas rurales en los años 50

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Updated: febrero 9, 2015

El Hospital Universitario Sant Joan d’Alacant ha reanudado hoy en el Salón de Actos los «Desayunos con la ciencia», coordinados por el jefe del Servicio de Medicina Interna, el Dr. Jaime Merino, acogiendo en esta ocasión la sesión «Una botica rural en la España de los 50».

En ella se ha presentado la novela «La botica de memoria», obra del Dr. Octavio Caballero, jefe del Servicio de Medicina Nuclear del centro y han participado también el gerente de Sant Joan, Francisco Soriano, y José Antonio López Vizcaíno, gerente de la Editorial ECU.

En este libro, el Dr. Caballero, natural de Santomera (Murcia), describe las vivencias y recuerdos de la Botica de don Amable, su padre, en unos años difíciles, en los que “apenas había infraestructuras ni ayudas para nada, por lo que en muchas ocasiones se presenciaban escenas de angustia de muchos vecinos que no podían pagar sus medicinas. Los favores y atenciones que tenían lugar en las boticas resultan innumerables. Hasta que se generalizó el régimen agrario y el seguro obligatorio de enfermedad, se despachaba mucho fiado”, explica el autor.

“Estas páginas”, continúa, “describen la angustia, la inquietud, las penas y, en fin, todo lo que caracteriza la reacción de las personas ante la enfermedad, que cuando irrumpe en nuestra vida pasa a primer plano, ya que se convierte en el principal motivo de preocupación. En el pueblo de Santomera y más en aquellos años, se agravaba por las penurias económicas de las familias que, en la botica, encontraron siempre comprensión y facilidades para disponer de las medicinas, tan necesarias para conseguir, en muchos casos, la anhelada curación”.

Durante el acto ha tenido lugar una lectura de diferentes pasajes de la novela, en los que se ha dado cuenta también de la importante labor social y sanitaria que encarnaban estas boticas, en las que a la dispensación y preparación de medicamentos se les sumaba la asistencia a enfermos urgentes, ante la falta de centros asistenciales.

Asimismo, como explica el autor, “constituían una importante ventana cultural”, dado que se celebraban tertulias en las reboticas y eran un centro de recepción de periódicos, libros editados por laboratorios farmacéuticos, láminas de arte, reproducciones de cuadros, etc. Todo este material confería a la botica una nueva dimensión que, en una época atrasada y más preocupada por la subsistencia, era muy bien recibida por los vecinos.