Mi médico es una IA
«Buenos días, soy DocIA, tu médica de cabecera artificial. ¿En qué puedo ayudarte hoy?» Parece sacado de una película de ciencia ficción, ¿verdad?
DocIA podría ser un robot humanoide que lleva instalado un agente de inteligencia artificial especializado en medicina. Aunque suene a ciencia ficción, está más cerca de lo que pensamos.
Recientemente, se publicó en la JAMA Network Open un estudio que comparó la precisión diagnóstica entre médicos internistas trabajando solos, médicos asistidos por inteligencia artificial (IA) y diagnósticos realizados exclusivamente por agentes de inteligencia artificial. En dicho estudio, que fue dirigido por el médico internista Adam Rodman del hospital de Boston, participaron 50 médicos y ChatGPT-4. Todos se enfrentaron a 6 historias clínicas reales que nunca se han publicado. Los resultados fueron sorprendentes: los médicos que no utilizaron la IA obtuvieron un 74% de precisión, mientras que aquellos que sí se apoyaron en ella llegaron al 76%. Sin embargo, la inteligencia artificial trabajando de forma autónoma alcanzó una media del 90% de precisión.
Estos hallazgos han generado un intenso debate sobre el papel de la tecnología, y en especial de la inteligencia artificial, en el futuro de la atención sanitaria. Algunos expertos sugieren que la IA podría complementar y mejorar las capacidades de los médicos, mientras que otros advierten sobre una posible dependencia excesiva en la tecnología.
Por otro lado, Elon Musk, conocido por sus controvertidas opiniones sobre el avance tecnológico, ha expresado en varias ocasiones su preocupación sobre el impacto de la IA en profesiones como la medicina y el derecho, sugiriendo que estas podrían ser superadas por la inteligencia artificial en un futuro no tan lejano. Así lo reflejó en una publicación del 18 de noviembre de 2024, como se puede ver en la Figura 1.
Desafíos a los que nos enfrentamos
Está claro que, aunque la IA está demostrando ser una herramienta poderosa en el diagnóstico médico, aún presenta desafíos significativos. Por ejemplo, otro estudio de la Universidad de Harvard, publicado también en la JAMA Network Open, destacó que modelos avanzados como GPT-4 obtienen resultados impresionantes en pruebas de opción múltiple, pero sus capacidades disminuyen en entornos más realistas donde deben interactuar con pacientes para recopilar información y emitir diagnósticos.
Además, la implementación de la IA en la medicina plantea también desafíos éticos y de privacidad, como el riesgo de robo de datos genéticos, temas que también están siendo discutidos en congresos médicos.
La medicina no es solo una ciencia, sino también un arte que implica empatía, comprensión y juicio humano. La inteligencia artificial puede ofrecer datos y análisis precisos, pero carece de la capacidad de conectar emocionalmente con los pacientes, al menos por ahora. Es fundamental que nos aseguremos de que estas herramientas se utilicen para mejorar la calidad de la atención sin comprometer la relación humano-paciente que es central en la medicina.
En conclusión, mientras la IA continúa revolucionando el campo de la medicina, es nuestra responsabilidad garantizar que su implementación se realice de manera que beneficie a todos, manteniendo siempre al ser humano en el centro de la atención sanitaria.
Javier Yebes – Doctorando en Tecnología Educativa en la Universidad de Alicante